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Deportes

Barza golea sin piedad al Real Madrid en «El Clásico»

Agencias

Sin perder la perspectiva de que las pretemporadas desinhiben, se anuncia una gran cosecha de Clásicos. El del aperitivo, a mayor gloria de ambas tesorerías y con aficiones lejanas, resultó estupendo. Mereció ganarlo el Madrid, que tiró cinco veces al palo y falló un penalti, pero se lo apuntó el Barça. De amistoso no quedaron ni los efectos visuales.

Hubo intensidad de máxima competición, tres lesionados, cambios de rumbo constantes y una conclusión inevitable: el fichaje de Mbappé es más urgente de lo que hace ver el Madrid. El Barça fue el de la pasada temporada: pretende reivindicar su ataque, pero su auténtico valor es su defensa. En el Madrid, que disparó 28 veces, se tomó el día libre Bellingham y disparó las alarmas Mendy.

Un Clásico, incluso pasado por Dallas, no pierde ninguna de sus propiedades. Porque aún quedan duelos entre Madrid y Barça que no cuentan ni desgravan, pero todos importan. Así que Xavi y Ancelotti tiraron de una alineación propia de una Supercopa del antiguo régimen, cuando la competición abría el curso en pleno agosto. Y en esta primera gala empezaron en el banquillo Kroos y Modric, a los que espera un año de intermitencias. El centro del campo del Madrid fue pura fibra: Valverde, Tchouameni y Camavinga. El resultado, una presión alta insólita en años, mitad piernas y mitad fe. También cierta tartamudez en la salida del balón.

La estrategia

El Barça acudió a la fórmula tradicional ante el Madrid que ha acreditado éxitos y fracasos: Araújo como lateral para detener a Vinicius y cuatro centrocampistas. También se quedó de salida el balón (el Madrid se lo haría entregar luego), cuestión vocacional, y se apuntó la primera ocasión: una volea tremenda de Oriol Romeu que se fue a la escuadra previo desvío providencial de Courtois.

También el gol, en una jugada de arte y ensayo. Gündogan amagó con un centro colgado desde el lateral, se lo entregó a Pedri al borde del área y este puso en la pista de despegue a Dembélé, cuyo remate cruzado fue un misil. El partido estaba en la mano de De Jong frente a un Madrid de chispazos, sin continuidad. En uno de ellos Araújo cometió un penalti por mano clara y Vinicius, que en esto no es especialista, lo mandó al larguero.

El equipo de Ancelotti era incapaz de cerrar la herida abierta de Balde, Mendy perdía la pista a Dembélé y faltaba precisión en el juego en largo, una de sus fortalezas. Luego cambió el viento. El Barça se quedó sin la pelota y pasó al plan B: esa solidez defensiva que pesó más que su juego en la conquista de la Liga.

También Ter Stegen, que vuelve donde lo dejó. Le sacó a Rodrygo un lanzamiento de falta por colocación y oficio. Fue cuando el Madrid empezó a abanicar mejor el juego y acuarteló al Barça en su campo. Esta vez la defensa azulgrana no fue la verbena de su estreno ante el Arsenal.

Madera culé

Cerca del descanso se desató un huracán en un minuto: gol fantasma de Vinicius, milagro de Courtois ante Dembélé tras la enésima metedura de pata de Mendy (se fue tocado antes del descanso), patada de tarjeta naranja de De Jong a Bellingham, tangana exprés y lesión de Gündogan.

Un clásico de los Clásicos, las tormentas en un vaso de agua. Aún quedó tiempo en el primer tiempo para que Ter Stegen le quitará un gol a Rodrygo. El Barça parecía grogui. El Madrid lamentó la interrupción, más viendo cómo regresó del parón: aturdido, tardón en la presión, a merced de Pedri. Otro volantazo en un partido de vaivenes.

Con Bellingham apagadísimo, Ancelotti volvió al pasado: Kroos y Modric. Recién llegados, Tchouameni estrelló el cuarto disparo blanco en el palo. Luego tocó en la cabeza de Ter Stegen y se marchó a córner. Un milagro.

Xavi hizo cinco cambios para detener la crecida blanca. Resultó. El equipo de Ancelotti, ya con Joselu, quiso morir en área azulgrana con una falta de precisión preocupante, pero fue Fermín López quien sentenció el duelo, previa falta de Ansu a Kroos que se tragó Chapman. Luego Vinicius sumó el quinto palo de un Madrid de madera y Ferran Torres se apuntó un 3-0 que dijo poco del partido y mucho de la puntería culé.

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